Integración de la ciberseguridad en los sistemas físicos de seguridad
Durante mucho tiempo, la seguridad física y la ciberseguridad han habitado mundos separados, apenas conscientes de la necesidad de trabajar juntas. Este divorcio tradicional explica por qué numerosos sistemas físicos aún hoy se diseñan, instalan y mantienen sin considerar principios básicos de la ciberseguridad. Mientras estas instalaciones funcionaban como redes aisladas, analógicas e independientes, la ciberseguridad pasaba inadvertida; no existía una amenaza palpable ni inminente que la pusiera en evidencia.
Sin embargo, con la transición acelerada hacia lo digital, esa cómoda realidad ha desaparecido definitivamente. Ahora, sistemas como videovigilancia, control de accesos o alarmas se integran plenamente en las redes corporativas, lo que obliga a replantear por completo su enfoque. Esta nueva realidad impone la necesidad urgente de intervenir sobre el equipamiento instalado previamente y anticiparse a futuras instalaciones, aplicando medidas de ciberseguridad desde la misma fase de diseño.
La situación actual: conciencia desigual frente a la ciberseguridad
Hoy sabemos que un número significativo de empresas reconoce la insuficiencia, o incluso la ausencia total, de evaluaciones adecuadas sobre los ciberriesgos en sus sistemas de seguridad física. Y esto evidencia una realidad preocupante: mientras algunas organizaciones empiezan a reaccionar, colocando la ciberseguridad entre sus prioridades, aún queda un número considerable de entidades que continúan sin concederle la relevancia que requiere.
Es un panorama desigual que revela la existencia de dos velocidades en la protección cibernética de los sistemas físicos: una minoría consciente y activa frente a una mayoría que aún desconoce, subestima o ignora la gravedad del problema. Precisamente por esto, resulta indispensable impulsar un cambio de percepción y actitud que convierta la integración de la ciberseguridad en los sistemas físicos en una práctica generalizada. Solo así se podrá garantizar que estos sistemas, diseñados para proteger a las organizaciones, no acaben paradójicamente transformados en puertas abiertas a amenazas aún más difíciles de controlar.
Riesgos específicos derivados de una protección insuficiente
El creciente uso de tecnologías de la información y las comunicaciones en los sistemas de seguridad física introduce nuevas vulnerabilidades por la deficiente atención a la ciberseguridad. Con frecuencia, estos sistemas presentan configuraciones que los hacen vulnerables a ciberataques, comprometiendo con ello la seguridad física de los activos que deben proteger. Esto resulta particularmente preocupante si consideramos que estos sistemas están integrados y conectados con redes corporativas internas y con proveedores externos, lo que, de hecho, implica que una protección deficiente puede convertirse en un punto de entrada hacia activos de la organización.
Por tanto, la ciberseguridad ya no puede concebirse como un aspecto secundario, sino que debe tratarse como elemento esencial en la planificación, instalación y gestión de sistemas físicos de seguridad, garantizando que estas soluciones tecnológicas cumplan plenamente con su función de salvaguarda y no se convierta en un riesgo adicional.
La creciente dependencia tecnológica de los sistemas de seguridad física pone de manifiesto la existencia de nuevas vulnerabilidades que exigen atención inmediata. Se hace necesario alertar sobre la relevancia estratégica de los riesgos asociados al ámbito digital y establecer directrices claras sobre las medidas de seguridad necesarias.
Consecuencias potenciales de la vulnerabilidad cibernética
En este escenario, es importante destacar algunas ideas esenciales. La primera es que los sistemas de seguridad física conectados a redes corporativas, cuando carecen de una protección adecuada, se convierten en auténticas puertas traseras por las que pueden acceder atacantes externos. Esto compromete tanto la información confidencial como la propia continuidad de las operaciones. Un ciberataque dirigido a estos sistemas podría derivar en escenarios que van desde interrupciones operativas severas hasta el robo o destrucción de información y activos críticos.
Medidas imprescindibles para una protección eficaz
Implementación técnica y organizativa
Resulta indispensable implementar medidas técnicas y organizativas específicas en ciberseguridad para asegurar que los dispositivos físicos conectados cumplan realmente su propósito original: proteger activos e infraestructuras frente a amenazas físicas.
Protección física de la información
No debe olvidarse que la seguridad de la información siempre tiene una dimensión física ineludible. La información se aloja en servidores y otros soportes materiales que requieren protección frente a robos, daños o accesos no autorizados.
Necesidad de cubrir vacíos normativos
Como directores de seguridad, sabemos que nuestra normativa específica es muy exhaustiva en cuanto a las exigencias técnicas de los dispositivos físicos. Sin embargo, existe un vacío muy significativo en materia de ciberseguridad de los mismos.
La importancia estratégica de las instalaciones críticas
En este sentido son de gran importancia los sistemas que integran aspectos físicos y cibernéticos, y en especial los puntos críticos donde convergen múltiples sistemas, como las centrales receptoras de alarmas o los centros de control. Estos tipos de instalaciones constituyen el núcleo donde interactúan sistemas clave como intrusión, control de accesos, videovigilancia o megafonía, además de otros sistemas de supervisión y control encargados de gestionar globalmente la seguridad. La particularidad de estos sistemas radica en que pueden gestionarse desde el propio emplazamiento protegido o bien de manera remota, incluso mediante soluciones alojadas en la nube.
Estrategias para gestionar la ciberseguridad en sistemas físicos
Entonces, ¿cómo estructuramos una gestión adecuada de la ciberseguridad en los sistemas físicos de seguridad? Pues, como siempre, partiremos de la identificación clara y precisa de los activos implicados, confeccionando una relación exhaustiva que facilite a los responsables evaluar la criticidad de cada elemento dentro de la organización.
Una vez definidos los activos, realizaremos un análisis detallado de las ciberamenazas más relevantes que pueden afectarlos. Este catálogo de amenazas no solo describe cada una de ellas, sino que debe mostrar su impacto directo sobre los distintos activos identificados. Al hacerlo así, el documento se convertirá en una herramienta útil para que los responsables puedan determinar prioridades, concentrar esfuerzos e implantar medidas defensivas eficaces frente a los riesgos más significativos.
A partir de aquí se realizarán las propuestas de salvaguardas y recomendaciones específicas que fortalezcan los sistemas de seguridad física desde el ámbito cibernético, que reduzcan la exposición de estos sistemas ante posibles vulnerabilidades y ayuden a mantener la continuidad de sus funciones y operaciones, protegiendo adecuadamente la confidencialidad, integridad y disponibilidad de la información sensible que contienen.
Conclusión: fortalecer una cultura de ciberseguridad
En síntesis, la realidad actual exige fortalecer una cultura de ciberseguridad en las organizaciones, en particular en lo relacionado con los sistemas de seguridad física. Esta cultura, para que funcione, debe venir impulsada por la cúpula directiva y extenderse capilarmente a lo largo de toda la organización, alcanzando por igual a personal interno y externo. Y entre ellos, los directores de seguridad que junto a los responsables de ciberseguridad deben asumir la responsabilidad compartida de evaluar, identificar y gestionar los riesgos derivados de la integración digital de los sistemas físicos, para alcanzar medidas eficaces que reduzcan o anulen las vulnerabilidades identificadas.
Finalmente, conviene insistir en que la combinación coordinada de medidas de seguridad física y de ciberseguridad no solo es recomendable: es imprescindible.