Un informe alerta a la institución de la influencia de las corrientes subterráneas y recomienda crear nuevos pozos y bombas de achique para evitar humedades y grietas.
Estudiado el comportamiento del agua bajo el museo y las precipitaciones entre noviembre de 2016 y julio de 2017 la conclusión es que si se detuvieran las extracciones de agua, el edificio correría peligro de hundimiento. Cuando la empresa contratada interrumpió los bombeos para observar el comportamiento, la crecida en los pozos y los niveles se duplicaron y las grietas de las paredes crecieron. Las bombas liberadoras de agua dejaron de funcionar 16 días. Cuando las volvieron a encender, los índices se estabilizaron.