Una de las películas más descargadas en las últimas semanas es “Contagio” (Steven Soderbergh, 2011). Se ve que nos va la marcha. En televisión los “todólogos” pontifican sobre qué hacer, sobre un futuro apocalíptico, y los más listos de entre ellos le ponen como guinda una cita literaria de alguna obra distópica.
La cuestión es que tengo la impresión de que estos excesos no traen nada bueno. Lo primero que es necesario es comprender el riesgo. Es el primer paso para poder contenerlo, reducirlo y, seamos optimistas, convertirlo en aceptable.
Estamos ante un agente biológico, un virus, una forma de vida simple, conformada exclusivamente por material genético. Un virus es un parásito obligado, es decir, un parásito que no puede sobrevivir fuera del huésped, que actúa dentro de un cuerpo, siendo capaz de replicarse autónomamente, sirviendo como vehículo para su transmisión de una célula a otra.
Los contaminantes biológicos se clasifican en cuatro categorías o grupos en función de su índice de riesgo de infección[1]. Este coronavirus quedaría encuadrado en el grupo 4, que acoge a aquellos cuyo riesgo es alto tanto a nivel individual como comunitario, provoca enfermedades graves, se propaga fácilmente y no existe profilaxis ni tratamiento eficaz. A este nivel de riesgo corresponde también un nivel de contención que, como podrán suponer, también es máximo.
El Ministerio de Sanidad, al que hay que escuchar y seguir sus recomendaciones, ya nos habla de periodo de incubación asintomático, o sea que podemos portar el regalito sin tener el más mínimo indicio de ello, por lo que las distancias de seguridad se imponen como medida clave de prevención. Es importante entender esto: las medidas de distanciamiento pretenden más aún que evitar que tú o yo nos contagiemos evitar que yo o tú contagiemos a los demás. Así que establece un perímetro seguro alrededor de ti mismo.
Los ciudadanos no debemos perder el norte, y sí debemos, para empezar por una simple cuestión legal, seguir lo que dictamine el Gobierno para contener la crisis. No nos dejemos llevar por lo que se ha dado en llamar infodemia, por la epidemia informativa de la que por el momento sabemos que ha pasado de “esto no es para tanto, la gripe es peor” a esa especie de lucha por notificar el primero cuál ha sido el último muerto, para a continuación pedir opinión sobre el asunto a expertos todólogos. El exceso de información no contrastada, y sobre todo el exceso de opinión todológica hace crecer el miedo en la gente. La información sobre cómo van las cosas y qué medidas se están tomando las dan las fuentes oficiales, nada más.
Ricardo Vidal
Director de Seguridad Dpto. nº 967
Coordinador Asociación Nacional de Directores de Seguridad Siglo XXI
Coordinador del Curso Superior en Protección de Infraestructuras Críticas
Coordinador del Curso Superior de Ciberseguridad
[1] Infección: comprende el proceso de colonización y multiplicación de un agente biológico en un organismo vivo, ya sea tejido, líquido corporal o en la superficie de la piel o de las mucosas, pudiendo causar una enfermedad. Cuando la infección está provocada por endoparásitos se denomina infestación.