Han pasado 7 años desde la catástrofe de Fukushima (11 de marzo de 2011), ese accidente que ocurrió lejos de nuestro territorio y que era impensable que pudiera llegar a ocurrir en un país como Japón. Ellos mismos pensaban que nunca podría pasarles, y sin embargo, ocurrió.
Durante estos años se han realizado múltiples análisis sobre las causas que lo provocaron, y se han realizado estudios liderados por el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), y por otros organismos multinacionales como la NEA (Agencia de la OCDE para la energía nuclear), que han revisado documentos y criterios para incluir nuevas consideraciones respecto a la seguridad nuclear. Existe abundante documentación sobre las lecciones aprendidas del accidente y se han implantado algunos cambios significativos en las centrales nucleares de todo el mundo.