La reciente evolución del terrorismo global, vinculada, sobre todo, a la emergencia del autodenominado Estado Islámico y la proclamación del Califato a ambos lados de la frontera sirio-iraquí, ha puesto en jaque a los gobiernos europeos, que observan atónitos cómo miles (5.000 según las últimas cifras de Soufan Group) de sus ciudadanos han abandonado sus países para enrolarse en el proyecto utópico –y, de paso, en una organización terrorista– liderado por Abu Bakr al-Baghdadi. Y es que la amenaza actual del terrorismo yihadista se asocia no sólo con focos externos sino también con un inédito componente homegrown, que también ha eclosionado en España.