A pesar de las múltiples escaramuzas y conflictos que acontecen diariamente en el ciberespacio, son muchos los gobiernos que siguen sin comprender el valor estratégico que este tiene para la seguridad nacional. Los ciberataques sobre Estonia que pusieron el país al borde del colapso, el gusano Stuxnet que atacó el programa nuclear iraní, las filtraciones de Edward Snowden que revelaron las capacidades de la NSA (la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense) o los recientes ataques sufridos por el Partido Demócrata durante la carrera presidencial son solo algunos ejemplos de ciberataques que han causado un gran impacto en la opinión pública mundial, pero su efecto se ha ido desvaneciendo con el paso del tiempo.