Nunca es demasiado pronto para anticiparse a un terremoto que pueda contar con consecuencias devastadoras, y en este sentido, la tecnología siempre ha jugado un papel protagonista a la hora de evitar males mayores. Sin embargo, los sistemas de detección de seísmos resultan costosos y su uso no está extendido por todo el globo, con lo que la eficacia se ve limitada. Establecer una red de detectores de forma masiva en las zonas más afectadas por los terremotos puede parecer desmedido, pero ¿y si se empleara una red ya instalada? Esta cuestión fue planteada por un equipo de investigadores alemán, que propuso utilizar como detector algo omnipresente bajo tierra en todo el globo: la red de fibra óptica que da vida a internet. Y lo han logrado.