El lunes por la madrugada, se produjo un terremoto de gran magnitud en Turquía y Siria, causando una devastación más que significativa en ambos países. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, el terremoto alcanzó una magnitud de 7,8 en la escala de Richter. Miles de edificios han sido reducidos a escombros como consecuencia del temblor. Además, se produjo otro terremoto en el sureste de Turquía con una magnitud de 7,5, según el mismo organismo.
El número de víctimas mortales en ambos países supera, por el momento, los 4.300. En Turquía, las autoridades han confirmado 2.921 fallecidos, mientras que en Siria, un país que ha sufrido una guerra civil durante más de 11 años, se estima que hay alrededor de 1.300 víctimas. La situación es especialmente compleja debido a que hay un gran número de personas atrapadas bajo los escombros de los más de 3.500 edificios que colapsaron, así como réplicas y nuevos temblores que se siguen produciendo.
El terremoto es considerado uno de los más fuertes registrados en ambos países en casi tres décadas. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha declarado que es “la mayor tragedia del último siglo desde el terremoto de Erzincan en 1939”, que causó alrededor de 30.000 muertos. Como respuesta, se ha decretado siete días de luto nacional. El impacto del terremoto se ha sentido en países vecinos como Líbano, Israel, Chipre y Jordania.
Las autoridades turcas han movilizado equipos de rescate y han establecido un corredor aéreo para la llegada de ayuda humanitaria. Hasta el momento, se han desplegado 9.000 efectivos de equipos de rescate en la zona, y se espera que más equipos de otras provincias y países lleguen para brindar apoyo. Turquía ha solicitado ayuda internacional, y países como Estados Unidos y Azerbaiyán han ofrecido su asistencia. La Unión Europea también se ha comprometido a proporcionar ayuda.
El terremoto ha dejado numerosas viviendas, algunas de varias plantas, convertidas en escombros. Los equipos de emergencia y los propios vecinos están trabajando en labores de rescate y remoción de escombros. Sin embargo, las condiciones meteorológicas adversas, como lluvias fuertes y vientos, dificultan las tareas de rescate. Las temperaturas son bajas y hay presencia de nieve en algunas zonas afectadas.
Se ha pedido a la población que evite entrar a los edificios afectados, y se ha solicitado reducir el uso de teléfonos e internet en la zona para priorizar las comunicaciones de emergencia. Además, se ha recomendado no utilizar vehículos a menos que sea estrictamente necesario para evitar bloquear las vías por donde debe llegar la ayuda.
El epicentro del terremoto se localizó en la provincia de Kahramanmaras, a unos 600 kilómetros al sureste de Ankara, la capital turca. La zona donde ocurrió el temblor es propenso a la actividad sísmica debido al contacto entre las placas tectónicas de Anatolia y la Arábiga. Las réplicas posteriores al terremoto principal han sido de gran violencia, alcanzando magnitudes de hasta 6,6 grados. Estas réplicas representan un riesgo adicional, ya que muchos edificios ya han sufrido daños. Además, se produjo otro terremoto independiente poco después del primero, con epicentro cercano y una magnitud de 7,6, que derribó más edificios en las localidades de Diyarbakir y Malatya, lo que obligó a parar las labores de rescate y evacuar a las personas en las áreas afectadas.
En Siria, las autoridades de las zonas rebeldes han instado a los residentes a evacuar los edificios y buscar lugares abiertos lejos de las estructuras, mientras que los equipos de rescate trabajan para buscar a personas atrapadas bajo los escombros. En estas áreas, donde hay millones de desplazados a causa de la guerra, muchos viven en viviendas precarias. Se ha pedido a la comunidad internacional que envíe ayuda para hacer frente a la situación.
Turquía se encuentra en una de las zonas sísmicas más activas del mundo. En los últimos años, se han implementado medidas para mejorar la preparación y respuesta ante desastres sísmicos, como la construcción de edificios resistentes a los terremotos. Sin embargo, no todos los edificios cumplen con estas normas, lo que representa un desafío adicional en situaciones como esta.