Japón es reconocido internacionalmente como uno de los países mejor preparados para afrontar crisis y desastres, entre ellos sismos y tsunamis. Lo que nadie imaginó, era la probabilidad que ambos eventos sucedieran en paralelo. En marzo del 2011 sufriría a la vez los efectos de esos dos acontecimientos más un incidente nuclear. Tuvieron que manejar lamentables pérdidas humanas y materiales, el prestigio y confianza en las instituciones públicas y privadas, así como la capacidad de recuperación de las operaciones a niveles de normalidad.